Aunque hacerme responsable de mi propio ser
es una de las elecciones más desafiantes e incómodas de sostener,
me he comprometido a ser la adulta que mi niña interior necesita
para divertirse, expandirse y crecer.
Así, en medio de la confusión, dudas e incertidumbre
que preceden a la transformación,
yo elijo tomar la vida con responsabilidad, amor y compasión.
Elijo creer en la magia, las señales y sincronicidades que me recuerdan que todo se desarrolla a su perfecto ritmo y tiempo.
Elijo la libertad de ser y libero a los demás de mis exigencias y expectativas dejando de culpar a lo externo por lo que necesita ser atendido internamente.
Elijo hacer de mis días y vivencias, mi escuela. Declarándome mi propia maestra y aprendiz.
Elijo crear una vida llena de placer, juego y experimentos, guiándome por la sabiduría que mi alma, cuerpo y razón comparten con mi corazón.
Con amor,
~ Gabriela Dorantes