Ante la falta de respuestas, elijo hacerme las preguntas:
¿De dónde viene tanto rechazo por aquello que es diferente a mi o no cumple mis expectativas?
¿Estoy siendo demasiado exigente o está bien marcar mis límites con quienes mi energía no conecta?
¿Qué me muestran de mi misma las actitudes y comportamientos que me desagradan y enojan de los demás?
¿Cómo puedo relajarme y soltarle el peso a las situaciones y personas que me frustran?
¿Puedo reconocer que yo tampoco soy perfecta y que en ocasiones también hago mal las cosas?
¿Cómo puedo dejar a los demás ser quienes son sin que eso me afecte?
¿Puedo conectar con quien no tiene los mismos intereses que yo?
¿Puedo elegir no ver el mundo como los demás y aún así respetar su punto de vista?
¿Cómo puedo observar en lugar de absorber?
¿Cómo puedo volver a mi centro cada vez que alguien más me saca de balance?
¿Pueden los demás mostrar lo peor de si mismos mientras yo me mantengo en paz conmigo?
¿Qué sé yo de compasión?
¿Qué sé yo de ligereza?
¿Qué sé yo de empatía?
¿Qué sé yo de compañerismo?
¿Qué sé yo de mantenerme presente en las situaciones incómodas?
¿Cómo puedo hacerme el camino más ligero?
¿Qué herramientas me permitirían estar presente en mí ante situaciones de reto?
¿Qué me vienen a decir esos momentos en los que quisiera salir corriendo?
¿Puedo elegir a qué o quién darle mi atención?
¿Estoy eligiendo con conciencia a qué darle importancia?
¿Estoy escuchando o estoy reaccionando?
Después de días de cuestionarme todo esto y de darle espacio a la frustración, el enojo y la incomodidad, me he vuelto a acordar de una frase que leí hace mucho tiempo y que tiene que ver con hacerse responsable de las propias ideas, juicios y expectativas en este juego de ser espejo y reflejo de los demás:
No puedo hacer nada por ti, excepto trabajar en mí.
Tú no puedes hacer nada por mí, más que trabajar en ti.
~ Ram Dass
Mentiría si dijera que esto es prueba superada para mí, pues los mismos pensamientos y sentimientos aparecen de vez en cuando. Sin embargo, he podido darme cuenta que el peso que siento se aligera cuando comprendo que nadie está en deuda conmigo por no ser lo que yo espero y yo no le debo nada a nadie por ser quien soy. Así de complicado y simple.
Te abrazo,
Gabriela Dorantes
Me resuena mucho esto que comentas en tu post, Gabriela. Hace poco pasé por una situación de desacuerdo con una amiga y entendí el problema de dar cosas por sentadas y tener ciertas expectativas de la gente. A veces que alguien no haga lo que esperamos no significa que no nos aprecie. En fin, me vino bien, después de todo (aunque fue incómodo y hubo muchos momentos de frustración), porque me ayudó a mirarme dentro y aprender sobre mí misma. Me volverá a pasar, seguro, pero nunca igual. Ese es el crecimiento! Un abrazo y gracias por tus reflexiones, me vienen muy bien en este momento 😘🤗 M.
tocaya🤍🤍 me pasa muy parecido! me ha ayudado darme cuenta que las expectativas que pongo en los demas son las mismas expectativas que coloco sobre mi misma; si soy mas suave con los demas, tambien estoy aprendiendo a ser suave conmigo. si me tomo con ligereza las actitudes de los demas, aprendere a tomarme mas a la ligera tambien🌼 ame la frase de ram dass. gracias por compartir y te mando un abrazote, a seguir explorandonos y conociendonos que es el unico camino